Danilo López Román


Nació en Managua el 20 de mayo de 1954. Se graduó de arquitecto en la Universidad Nacional de Nicaragua. Durante la década de los 70, perteneció al grupo literario y activista Gradas.
En 1985, se trasladó a Miami, Florida.
Ha publicado poesía y critica literaria en muchas revistas literarias, portales cibernéticos y periódicos de Nicaragua y Estados Unidos de América, en inglés y en español.
Entre sus traducciones del español al inglés, cabe mencionar “El paraíso recobrado” de Carlos Martínez Rivas (Miami, 1998).
Reside en Dallas, Texas desde 2003.

TERRA INCOGNITA

 
Nací en otra ciudad que no es Miami
Donde había un barrio con calles de tierra y perros que
            Vagaban en pandilla;
Vacas grises y carretones tirados por mugrientos chavalos
 
Había mendigos ciegos y cojos
Y merodeadores de sirvientas en los patios traseros;
Un cauce lleno de agua e inmundicias
Y casitas de tabla al borde del descalabro
 
Había un vendedor de periódicos
Con chelines en la bolsa de cuero
Y muchachas descalzas con
Panas de tortillas en la cabeza;
Un afilador de cuchillos
Y un panadero gordo, que circulaban en bicicleta
 
Había un vecino con una hija retardada y otra casada;
Credos que se revolcaban en el lodazal
Y un poeta que soñaba con Víctor Hugo
 
Había pulperías abarrotadas de chilindrujos y confites y
Carretas con pichngas de leche
Y un par de bueyes babeados;
Escuelas de pordioseros
Y una iglesia Católica empobrecida
 
Había la Nunciatura Apostólica
Rodeada de cercos de mampostería y Mercedes Benz
Y la escuela Pío XII, donde besé por primera vez
 
A menudo me pregunto
Qué animales hubiere cazado con mi Honda si hubiese
            Nacido en Madagascar
O qué juegos hubiera jugado si un tal Stevenson hubiese
Suplantado a José Aguado Matus
O qué buses hubiera abordado si el Metro de París
Hubiese corrido por la esquina
 
O qué lunas hubiera admirado con Amelia Patricia
            Aguilera Rojas
Si una Edvika Krüeger hubiese sido mi pareja
 
Ignoro que innumerables destinos habría vivido en otros
            Cuerpos cansados
En otros lugares hostiles o qué flechas habrían zurcado mi
            Pecho lóbrego
O qué Arabes hubieran cortado mi mano derecha
Sé que esta Mirada ida me habrá acompañado en la dura
            Batalla
Y que los solitarios caminos de El Cairo
Antes me condujeron a Gnosos y Karnak
Y que mis dedos trazaron en Altamira las tenues figures
            Del buffalo
Y que en un lugar de Alfa Centauri, Tahor me
Mostró el Cristal Sagrado
Donde el Espíritu le habría revelado el secreto de la Mente
            Cósmica.